Había una vez un pequeño ratón llamado Remy que vivía en un agujero en la pared de una casa antigua y tranquila. Remy era un ratón muy inquieto y soñador, siempre mirando hacia el exterior y preguntándose qué había más allá de su pequeño hogar. Pasaba horas escuchando las historias que su abuela le contaba sobre el mundo exterior, lleno de aventuras y misterios.
Un día, mientras Remy exploraba su rincón del mundo, encontró un viejo libro en el desván de la casa. El libro tenía letras doradas en la portada y en su interior, leyó las palabras que cambiarían su vida: «Si piensas que estás vencido, lo estás. Si piensas que no te atreves, no lo harás…»
Las palabras del libro resonaron en el corazón de Remy. Comenzó a pensar en grande y a creer en sí mismo. Decidió que quería explorar el mundo exterior, a pesar de su pequeño tamaño. Se imaginó a sí mismo viajando a lugares lejanos y viviendo aventuras emocionantes.
Remy compartió sus sueños con su mejor amigo, Rosie, una ratona igual de pequeña y valiente. Juntos, decidieron emprender un viaje más allá de las paredes de su casa. Empacaron una pequeña mochila con queso, nueces y unas cuantas hojas de lechuga y comenzaron su aventura.
A lo largo de su viaje, Remy y Rosie se encontraron con personajes fascinantes, como Oscar el búho sabio, quien les enseñó a confiar en sus instintos y a observar detenidamente su entorno. También conocieron a Leo el escarabajo, quien les enseñó la importancia del trabajo en equipo y la perseverancia.
A medida que Remy y Rosie aplicaban las lecciones que aprendieron en su viaje, enfrentaron desafíos como cruzar un arroyo caudaloso y escalar una montaña empinada. Cada vez que se encontraban en aprietos, recordaban las palabras del viejo libro y encontraban la fuerza para seguir adelante.
Finalmente, después de muchas aventuras y obstáculos superados, Remy y Rosie llegaron a un hermoso prado donde vieron un arco iris en el cielo. Se dieron cuenta de que habían logrado lo que parecía imposible. Habían llegado al final de su viaje.
De regreso a su hogar, Remy y Rosie compartieron sus experiencias con su abuela y el resto de la comunidad de ratones. Les contaron sobre la importancia de creer en uno mismo, pensar en grande y nunca rendirse, sin importar cuán pequeños o grandes fueran los desafíos que enfrentaran.
Desde ese día en adelante, la historia de Remy y Rosie se convirtió en una leyenda entre los ratones, recordándoles que todo está en el estado mental y que pueden lograr grandes cosas si tienen el coraje de creer en sí mismos y en sus sueños. Y así, cada noche, antes de dormir, los pequeños ratones escuchaban la historia de Remy y Rosie como un cuento de esperanza y valentía que los ayudaba a conciliar el sueño con sonrisas en sus rostros.